
Ya sea en el ámbito de una convivencia social, una fe religiosa, o una vía filosófica, se hace hincapié en el concepto de «unión». «Las cosas pequeñas florecen en la concordia», es el origen del latín del dicho que todos conocemos: «La unión hace la fuerza».
Algunos estados han adoptado este lema en las banderas y escudos. Suele hacerse referencia a la cultura de la armonía. En cuanto a la actitud, en el caso de relacionarse. O de intenciones de cara a uno mismo, pero siempre hay implícito un respeto hacia los demás.
Una montaña de estudios define la empatía, simpatía, afecto, compartir, y tantos otros conceptos, como elementos que nos aportan una calidad de vida. Son la leña ideal para esta unión o armonía, que puede traducirse como una integración en la realidad que vivimos. No obstante, prefiero hablar de realidades, diferentes entre sí, y de una infinitud de posibilidades. Y entre ellas, no hay vacío. Sino que hay unión.
Como palabra, se ve afectada por los errores, y los horrores humanos. En ocasiones ha sido empleada para aislar, alejar de la realidad, escindir sociedades, y la creación de sectas, lugares en donde solo germina la desigualdad. Sin embargo, quizá, cada persona debe disfrutar de su propia unión, de un impulso vital que consigue que nos extendamos. Una fuente de satisfacción que hace, de la felicidad, un elemento sostenible, por ser la unión un motor de vida.
Unari E.S.
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