ARTÍCULO. EL DEVENIR DE EUROPA.

A fin de conectar con los ciudadanos de la Nación-Continente Europa del siglo XXIV, las nociones del bien y del mal deberían ser dejadas a un lado, y así comprender este halo de «negatividad» que parece condenar la decadente época en la que Tei vive. En resumen, estos son los fundamentos de la historia:

En el siglo XXI, las distintas sociedades de cada una de las naciones habían alcanzado una protounión de masas gracias a la inagotable práctica del libre mercado. La humanidad se reunía en torno a una mundología que se caracterizaba por la mentalidad jugadora, la búsqueda en el juego de cierto nivel de realización, y la obtención de una meta contante y sonante. Eran relaciones basadas en el materialismo, y no estaban exentas de carencias. Ello es comprensible desde la distancia, y no en aquel tiempo de fiebre empresarial.

Décadas posteriores, la ingente actividad dineraria era sostenible por el aumento de la producción de las creaciones sintéticas en los laboratorios, siendo todavía la obtención de una energía que cubriera todas las necesidades que eran exigidas por el despilfarro global, una asignatura pendiente.

Durante el siglo XXII, con la meta de evitar el flujo de procesos de desigualdad que pudieran provocar una corriente de suicidios sociales, las medidas antimonopolio se reinstauraron y asentaron. Y sirvieron de dique, y dieron estabilidad, pero el grueso de la población no pudo, o no supo, evitar jugarse aquellos nuevos derechos, y perderlos en contra de una minoría aplastante que iba sobreviviendo a aquel torneo del KO, a la voraz competición económica.

¿Quiénes eran esta élite? La pregunta no tenía la menor importancia. La respuesta era simple: si no hubieran sido unos, otros cualesquiera habrían tomado este lugar.

Como una pandemia se desentiende de azares, la ludopatía tomaba el control de cada individuo. Sin embargo, una gama de fármacos fue el paliativo. Al medicarse, la ciudadanía era capaz de sobrellevar los vaivenes mentales. Quedaba claro que, la curación total, no le interesaba a nadie.

La globalización estaba resultando ser una utopía más. Que las naciones debían unirse en estados continentales, comenzó a tomar protagonismo en las reuniones más informales de los ciudadanos. En teoría, la creación de las naciones-continente parecía tener una buena perspectiva. Y, por supuesto, realizar el nuevo reparto de bienes, era algo ya muy necesario.

De esta forma, fue que se pensó en que, cada país, controlara un sector profesional para toda la eternidad.

Nadie pudo negarlo, algo importante para aquella sociedad se había quebrado. No obstante, la tan caótica ludopatía, era el destino que estaba marcado hacía tiempo.

A principios del siglo XXIII, los resultados obtenidos en la expedición mundial a 55Cancri-e, el bautizado «planeta diamante», manifestaron que podía haber una ganancia adecuada a todos los bolsillos, pero antes, la sociedad debía llevar a cabo, y sin fisuras, la actualización en todos los órdenes de la vida, haciendo énfasis en el campo social.

Más tarde, ya en el tiempo de las naciones-continente de Javier Teiga, la tendencia psicológica de los individuos, la inclinación comportamental de cara a los demás, y una cultura del juego, ni buena ni mala, sino que tan solo había sido la línea evolutiva seleccionada, eran tendencias que iban a dar a luz los distintos estilos de vida, denominados: estirpes.

No obstante, un sector de individuos tenía que encontrar su propio camino para integrar su participación en las costumbres de este momento, una tarea imposible en una sociedad que era tan férrea como avanzada. Eran los Aimless (o Sin Rumbo), y Tei, era uno de ellos.

Unari E.S.

Imagen by Andrea Piacquadio.

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