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Época de fiestas. Fechas, que pueden dar en qué pensar.
Pensamos en el enganche…, y lo estamos diciendo sin amargura. Enganches a productos, a notificaciones, a personas, a todo lo que nos da una sensación de perfección estética.
Nadie se libra de esto, porque se trata de un error del sistema. Se viene de fábrica con receptores para tener enganches. Y se sabe que, éstos, pueden llegar a funcionar a ciegas. A la que nos despistamos, el Dios enganche es el jefe, y esto nos hace débiles.
Por esto, para vender cualquier cosa, no hace falta tener una carrera universitaria. A fuerza de repetir, se pasa por aquí, y se deja caer un tema, sin muchos escrúpulos. Cada vez se necesita menos imaginación para vender.
Cuando nosotros pensamos en vender libros, hay una buena diferencia entre, ofrecer, y «enfrecer» como los camellos.
Si tú quieres, cyberrícola, hasta otra.
Unari ES en digital 
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