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Veo que, en España, la rabia incendia cada esquina. Hay países que están peor, y la perfección no existe, pero, la vida es incompatible con arder en la hoguera de la rabia.
Nos consume, porque la rabia es el último yacimiento de energía de nuestros cuerpos. Y ya que hablamos de yacimientos, quiero compararla con los yacimientos fósiles. ¿Por qué? Pienso que la rabia viene de pensamientos que tuvimos en tiempos remotos, que se estancaron, y que han venido pudriéndose.
No es sostenible para nadie, porque este yacimiento del que sacamos energía, este carburante, no se regenera, no se renueva. Y después, una vez que hemos agotado este recurso temporal, donde había un fuego, después va a haber un hueco. Va a haber una sensación de vacío, y va a haber derrumbes a su alrededor.
Pero, antes de llegar a un final que va a dejarnos tocados, algo depende de nosotros.
Volvamos a aquel punto en el que la rabia se indigesta, y la vomitamos a ratos. Porque la rabia siempre va a decir: «Estoy aquí», en forma de malos humos, de toxicidad. Por lo menos, así lo he vivido yo.
Mientras hay carburante, todavía tenemos tiempo. Tiempo en malas condiciones, pero tenemos tiempo.
Y no se puede hablar de soluciones para nadie, porque no soy un profesional. Y los problemas son muy comunes, pero las soluciones son algo muy personal. Aunque, teniendo en cuenta esto, que es hablar en general, pienso que puedo dar una pequeña opinión.
A mí me ayuda intentar funcionar de una forma más renovable, sin olvidarme de quién soy, en lo que me es posible.
Suerte, y salud, gente.
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